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Historia de la calabaza del peregrino

Considerado uno de los elementos más simbólicos del Camino de Santiago, la calabaza peregrina esconde una maravillosa historia legendaria. Los caminantes emprenden su peregrinación a su lado en el bastón 

La Lagenaria Siceraria, especie que da nombre a este tipo de calabazas. Forma parte de la indumentaria de los peregrinos desde la Edad Media y siglos posteriores. 

 

Se usaba como cantimplora en la que guardaban el agua o el vino, para hidratarse durante el camino. En alguna ocasión también usada para depositar líquidos con propiedades medicinales para mejorar la circulación de los peregrinos.

 

La calabaza peregrina junto con la concha y el bordón forman parte del atuendo clásico de cualquier peregrino, por ello se le atribuyó el nombre de calabaza peregrina a esta especie de calabazas (Lagenaria Siceraria)

El uso de la calabaza peregrina es anterior a la historia del Camino de Santiago, usada en un inicio por la población Africana en la que posteriormente se extendería a América y Europa.

¿Cómo se prepara una calabaza peregrina? 

Cómo la referencia de este dicho popular que dice: 

“En Jueves Santo, mis calabazas planto; pero la vieja que lo decía ya plantadas las tenía” 

Las Calabazas Peregrinas se plantan a principios de mayo, finales de Abril.

Para prepararlas cómo recipientes se vacían sus semillas y se pone a secar para que la piel endurezca, para ello se utilizan dos métodos: 

 

Se pueden enterrar varios meses hasta secarse o pudrirse, en ese caso no valdría, o con el otro método simplemente dejarlas secar, este método es mucho más lento. 

 

Por último, algunas calabazas se forraban con pieles de animal, normalmente de cabra para evitar el deterioro de esta y hacerla más resistente a los golpes. 

Su bajo coste y peso la convirtió en uno de los utensilios esenciales para cualquier peregrino y a día de hoy ya es considerada uno de los símbolos más clásicos de nuestros peregrinos.

¿Conocías esta historia?

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