Las Joyas de la Plata: Granja de Moreruela
Granja de Moreruela, encrucijada de caminos.
El camino que nos conduce desde Montamarta a Granja de Moreruela, nuestro próximo destino, está marcado por la presencia del embalse de Ricobayo. Es un terreno ondulado, con subidas y bajadas, pero fácil de afrontar. A veces resulta desoladora tanta inmensidad, te hace verte y sentirte más pequeño. Pero de alguna forma, este sentimiento se va abandonando a medida que sientes que te vas integrando en el propio paisaje por el que discurres. Es un ejercicio propio del camino y del caminante, abandonarte a tus pisadas, enajenarte, trascender al propio esfuerzo y continuar, seguir sin más, sin cuestionarte ni cuestionar.
Apenas dos hitos reseñables antes de la llegada a Granja. Las ruinas de Castrotorafe aún nos hablan de este pueblo, abandonado a su suerte, que mantiene en pie restos de su castillo y de su iglesia. En sus días fue un esbelto baluarte defensivo sobre el Esla. Pasaremos además por Fontanillas de Castro y Riego del Camino, hasta que, una última pista nos llevará hasta Granja de Moreruela, localidad donde nuestro camino se bifurca.
Tocará decidir entonces si continuar por la Vía de la Plata hacia Astorga o escoger el Camino Sanabrés que llega a Santiago de Compostela vía Ourense. Pero eso será más tarde, Antes, a la entrada del pueblo, en el ‘teleclub’ hemos quedado con Victor. Cómplice de nuestro camino, este joven decidió hace unos años abandonar el ruido de la gran ciudad y vivir en la tierra de sus antepasados, aquella en la que jugaba de pequeño. En definitiva, perseguir su sueño. Para ello ha puesto en marcha una preciosa y singular casa rural, que tiene por nombre “Donde Victor Luna”. Originales murales en las habitaciones, pintados por vecinas del pueblo, y un mobiliario que sorprende y arropa al que visita la casa, hacen de este proyecto un verdadero orgullo y ejemplo de trabajo y tesón.
Victor me habla con argumentos de peso sobre la problemática de estas tierras, lugar que lejos de ser idílico, tiene sus propias aristas. Lo hace con espíritu crítico pero al mismo tiempo con orgullo y con ganas de defender y luchar por las oportunidades que da este lugar. Recorremos juntos los campos vecinos y me enseña los restos de los palomares. Algunos en buen estado y otros, los más atractivos, casi derruidos. Éstos han derivado hoy en extrañas formaciones, ya que el paso del tiempo, el aire y el agua han esculpido sus paredes y tejados. Me sigue impresionando el campo, este campo zamorano al que no alcanza la vista. Después de dar una vuelta por el pueblo, cómo no, Victor me indica y me sugiere la visita al Monasterio Cisterciense.
Se sitúa a unos escasos kilómetros del pueblo, en un lugar fresco y verde. Siempre me he preguntado el porqué de los emplazamientos de ciudades o de sitios cómo este. Algún remoto día alguien se plantó en mitad de esa inmensidad y decidió que aquel, precisamente aquel sería un buen lugar. En cualquier caso fue una buena decisión. Hoy sólo quedan ruinas de algo que debió ser grandioso y que te sobrecoge por sus dimensiones, su silencio y su majestuosidad. Es toda una experiencia recorrer los restos del monasterio, imaginando como sería la servil vida de los cientos de monjes que en su día lo habitaron.
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Granja de Moreruela es el punto de bifurcación De la Vía de la Plata por el Camino Sanabrés o hasta Astorga para enlazar con el Camino Francés. Cualquiera que sea vuestro camino …’ultreia’ peregrinos.
