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Las Joyas de la Plata: Laza

Un camino entre valles.

Estamos ante, según muchos, una de las etapas más hermosas del Camino Sanabrés. En cualquier caso, la belleza objetiva de una etapa no existe. Una jornada del camino puede ser hermosa o de simple transición por motivos exclusivamente subjetivos.

 

Tu estado de ánimo, tus sensaciones, tu momento físico, la climatología, el encuentro con una buena compañía…son factores que pueden hacer horrible o inolvidable cualquiera de las etapas.

 

Si es este un recorrido con una altitud media elevada, plagada de vistas a valles frondosos y trufada de pequeñas aldeas casi abandonadas. Aquí la problemática de la despoblación rural es fácilmente comprobable.

 

La jornada arranca en la plaza Mayor de A Gudiña, lugar con un cruceiro y símbolos jacobeos, donde se bifurcan los itinerarios que van hacia Verín y rumbo a Laza.

 

Cadenciosamente y tempranamente los caminantes prosiguen todavía en A Gudiña por la larga y levemente ascendente rúa Cima de Aldea que, poco a poco, se convierte en una solitaria pista sin casas a los lados.

 

Tras casi 2 kilómetros de recorrido por este tramo la vía desemboca en una carretera local, que guiará a los caminantes ya de forma inequívoca hacia los vastos y agrestes paisajes de A Serra Seca, cadena montañosa que articula este ramal norte del Camino de Santiago.

 

Situada a más de 1.000 metros de altura cuenta con suaves pendientes y largas bajadas, y las poblaciones que en ella se asientan no pasan de ser un puñado de casas sin servicios ni oferta para el caminante. Venda do Espino, Venda da Teresa, como su propio nombre indica eran antiguas ventas que serian para acoger a los trabajadores de la siega que viajaban hacía tierras castellanas.

El embalse de Portas esta cerca y marca una referencia visual en casi en todo nuestro camino.

 

A pesar de la altura y los muchos kilómetros en las piernas la caminata no se hace especialmente dura, ya que las pendientes son suaves y mucha parte del recorrido se hace por asfalto. Así que no hay motivo para no disfrutar de esta preciosa inmensidad cada vez que levantamos la vista.

 

Casi sin notarlo nos vamos abstrayendo en un espacio paralelo en el que solo existimos nosotros, nuestras pisadas y el paisaje, que nos mira en lugar de ser nosotros los que lo contemplamos. Alcanzamos esa comunión tan necesaria entre nosotros mismos y lo que hacemos.

Solo existimos nosotros, nuestras pisadas y el paisaje.

Y de esta manera, casi sin quererlo, llegamos al pueblo de Campobecerros, sobre el río Camba, al que hacemos una sucinta visita, a la altura de sus dimensiones. Caminamos siguiendo las ondulaciones de montaña, entre magníficos robledales, con estupendas vistas de todo el valle y la montaña para alcanzar As Eiras.

 

Durante una hora más seguimos por una carretera local, descendiendo confortablemente hasta el río Cereixo hasta llegar a Laza, poniendo fin a nuestra etapa.

 

Este pueblo, que huele a Galicia y a carnaval ancestral, es una auténtica joya. Sus calles pétreas, sus casonas y edificios, su vetusta iglesia de San Xoán…nos ofrecen un interesante paseo, relajados ya, antes de buscar el ansiado descanso.

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