Las Joyas de la Plata: Tierra del Pan
Pasos sobre la Tierra del Pan
Una vez salimos de Zamora sabemos que nos vamos a adentrar de nuevo en un territorio marcadamente rural. El tránsito por estas tierras y pueblos nos hace volver la vista atrás hacía otras épocas dónde el contacto del hombre con su entorno era directo y la subsistencia se fundamentaba en la posibilidades que te otorgaba la naturaleza. El ganado, los pastos, las cosechas, en un paisaje limpio y llano que nos hace observarlo de forma reflexiva y pausada.
Atravesamos la conocida como comarca de la Tierra del Pan, conformada por una veintena de pequeños pueblos y que, a pesar de no tener reconocimiento administrativo oficial, une a estas localidades con nudos históricos, culturales e incluso gastronómicos. Nuestro destino es Montamarta, un pequeño pueblo de unos 600 habitantes, que alcanzamos a ver al final de una pista de tierra recta y casi infinita, en paralelo a la nacional N-630.
Nos vamos adentrando por su calles espaciosas buscando constantemente la posición de su iglesia y de su alta torre espadaña. La referencia nos lleva hasta una plaza muy ancha donde podemos contemplar con relajación el templo, la iglesia de San Miguel Arcángel. Junto a ella, en uno de sus rincones, la estatua en honor al Zangarrón. Una figura peculiar.
Según la tradición, este personaje típico de las fiestas recorre las calles los días de Año Nuevo y Reyes, muy temprano recorre calles pidiendo el aguinaldo, unos donativos que introduce en su extraña camisa. Durante la mañana, corre y atrapa a los mozos solteros. También participa en un punto de la liturgia de la misa, irrumpiendo en el altar y pinchando con su tridente dos hogazas de pan. Cultura popular en su máxima esencia.
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En cuanto al hospedaje, Montamarta cuenta con un modesto albergue municipal, así cómo algunas casas rurales reseñables
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Nos fijamos en algo que llama por primera nuestra atención. Empiezan a aparecer hitos consistentes en un esbelto monolito con una bastón al que se agarran una calabaza y una concha, son los Miliario-Monumento al Peregrino de La Vía de la Plata.
Las afueras del pueblo en dirección norte están marcadas por el embalse de la presa de Ricobayo y la imponente presencia de la ermita de la Virgen del Castillo, situada en una de las colas del embalse. Esta obra hidráulica inundó grandes extensiones de tierra de labor y ahora se presenta cómo un enorme páramo cuando las aguas no llegan a cubrirlo. Por eso también se potencia la icónica imagen que desde abajo contemplamos de la ermita, que desde aquí se alza imponente. Desde aquí una hermosa vista del caserío de Montamarta nos sirve de postal de despedida de nuestro paso.