El torreón defensivo es uno de los grandes vestigios de la ciudad y un importante enclave dentro del patrimonio sevillano, encargado de narrar la faceta almohade de la capital de Andalucía

Sevilla cuenta con una gran variedad de joyas dentro de su patrimonio, a cada cual más especial. Son las encargadas de aportar ese color especial que tanto caracteriza a la capital hispalense. 

De todas los enclaves patrimoniales, uno de los más simbólicos es la Torre del Oro. Su popularidad supera los límites de la ciudad. Es una parada obligatoria para los visitantes de la capital hispalense. Incluso para los propios sevillanos es un lugar de referencia. Muy pocos llegan a acostumbrarse a las maravillosas vistas que ofrece en la ribera del río Guadalquivir. 

Una trayectoria de más de ocho siglos 

La historia de la Torre del Oro va de la mano de la faceta musulmana de Sevilla. Sus orígenes se dieron en torno al siglo XII, aunque en el calendario arábe Hégira su fecha se fija en el año 617. 

La fortificación estaba compuesta por tres cuerpos cada uno de una fecha distinta. En sus orígenes sólo presentaba el principal, un polígono de doce lados y más de 15 metros. Años más tarde, se unieron los restantes, el segundo bajo la orden de Pedro el Cruel a mediados del S.XIV, y el tercero tras el Terremoto de Lisboa. 

El último tesoro almohade de Sevilla

El arte almohade es el gran protagonista de la fortificación. Este estilo artístico se ve reflejado en su fachada, sencilla con ciertos elementos ornamentales. Su construcción dio por completado el sistema defensivo de la ciudad almohade.

En la actualidad, la Torre del Oro se ha convertido en uno de los principales vestigios de la ciudad, declarada Bien de Interés Cultural de España. Su interior alberga el Museo Marítimo de Sevilla, compuesto por una importante exposición de la Armada. También, muestra la historia de la fortificación, desde sus inicios hasta el final de la Carrera de Indias. La edificación cuenta con una amplia terraza panorámica con impresionantes vistas a la ciudad y al río Guadalquivir. 

La Vía de la Plata te da la oportunidad de descubrir esta impresionante joya patrimonial. No te puedes ir de la ciudad sin antes visitarla. ¡Te encantará!