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Las Joyas de la Plata: Xunqueira de Ambía

Etapa rural y profunda.

Aquel peregrino dichoso, que nunca haya hecho el camino, que no haya conocido estas tierras ni divisado estos paisajes, aquel que abra sus ojos por primera vez a estos campos…aquel será hoy, en esta etapa rural y profunda, un caminante orgulloso de haber emprendido este camino.

Nos adentramos en campos y pueblos de singular belleza, en los que por momentos tendremos la extraña sensación de haber retrocedido en el tiempo.

Si alguna vez, abstraídos desde nuestros sillones, imaginamos Galicia, la fotografía que nos devolvería esa proyección sería ésta, estos inmensos prados y este infinito verde. Así que enfúndense sus mochilas, atense sus cordones, comiencen con un primer paso y dispónganse a disfrutar de todo un espectáculo.

Dicho esto, y entrando en terreno más prosaico, la etapa es larga (unos 33km), lo que nos llevará a emplear unas 8 horas de media, y además no está exenta de alguna prominente subida.

Nuestro punto de partida es la Plaza de la Picota, cercana a la iglesia de San Xoan. Cruzamos junto a un crucero y alcanzamos la OU-113 para realizar un breve primer sector hasta Soutelo Verde.

Los primeros kilómetros de cada etapa son siempre vigorosos y muy lúcidos en nuestro caminar, contamos con energía renovada y fresca, fruto del descanso de la noche anterior. Esto no siempre es así, porque una noche de albergue con compañeros ruidosos o instalaciones poco confortables nos puede arruinar la etapa siguiente.

En cualquier caso caminamos con decisión hasta el que será nuestro particular campamento base antes de iniciar la subida del día, la localidad de Tamicelas

El río Támega sigue siendo nuestra referencia y nuestra compañía desde el inicio del camino a primeras horas de la mañana, un río que nace en las alturas que vamos buscando y comparte sus aguas entre España y Portugal.

La llegada a Tamicelas la hacemos por un bonito sendero entre pinares y con un paisaje de fondo de frondosos valles y montañas, anticipo estético de lo que nos encontraremos más tarde.

Y así, casi sin darnos cuenta, nos plantamos en el inicio del tramos más duro, ganando altitud por una ladera empinada en las faldas del monte Requeixada. El primer par de kilómetros es el más duro, para ir atenuándose progresivamente en los venideros.

Paciencia, ritmo, cadencia y no mirar demasiado adelante, si no centrarnos en los metros más próximos. Creo que estas pueden ser las claves para ascender más desahogadamente.

Los momentos de esfuerzo como este son duros, pero me atrevería a decir que placenteros por la recompensa que obtienes al lograr superarlos.

Y la recompensa en este caso estaba asegurada. Nos situamos ya en Alberguería, a unos 900 metros de altitud, y con una población de 37 habitantes. Un lugar pequeño pero al que su territorio colindante otorga personalidad y que bien vale unos minutos de merecido descanso.

En esta aldea se encuentra uno de los albergues más renombrados y recordados del Camino Sanabrés. Se trata de El Rincón del Peregrino, un albergue sorprendente que regenta Luís Sandés.

En sus paredes se cuentan miles de conchas de vieiras firmadas por los peregrinos en multitud de idiomas, con dibujos y mensajes del cualquier parte del mundo.

Una imagen para el recuerdo del camino que nos llevamos en nuestro avance, aún en subida, hasta la cota máxima de la etapa, la cruz de madera del Monte Talariño, otro de los hitos del trayecto.

A la izquierda de la cruz baja un buen sendero que iremos alternando con la carretera hasta Vilar de Barrio, en un descansado descenso hasta alcanzar la distancia de 20 kilómetros desde que salimos de Laza.

Tras la bajada el cambio de paisaje y de arquitectura se hace patente, y podemos encontrarnos con campos más abiertos y dedicados a la agricultura, donde van apareciendo ya los primeros horreos.

Así transitamos plácidamente por Bóveda y Bobadela, con fuentes y alguna tienda hasta entrar en el amplio valle que forma la histórica comarca de A Limia, hasta el punto final de hoy, Xunqueira de Ambía.

Y con esta etapa rotunda, inolvidable y llena de contrastes, que será recordada y mencionada en nuestras conversaciones sobre el camino, concluimos un nuevo día en nuestro camino a Santiago.

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