Las Joyas de la Plata: Salamanca
Salamanca desde el punto de vista peregrino, de las sensaciones que provoca en personas que “viajan” de una forma diferente, de aquellos que traen kilómetros a sus espaldas y a los que aguardaban muchos por delante, y cuya estancia no es un destino, sino una pausa reparadora. Esa es la Salamanca peregrina.
Hablar de esta ciudad bajo el prisma de su oferta turística y cultural, de su historia o patrimonio, no es nuestro cometido aquí.
Salamanca desde el punto de vista peregrino, de las sensaciones que provoca en personas que “viajan” de una forma diferente, de aquellos que traen kilómetros a sus espaldas y a los que aguardaban muchos por delante, y cuya estancia no es un destino, sino una pausa reparadora. Esa es la Salamanca peregrina.
Creo que el peregrino no es un turista más en una gran ciudad llena de ofertas. Late una motivación diferente, una forma de recorrer la ciudad más intima, más introvertida, cómo si trascendiese a esos grandes grupos y su ritmo fuese otro, más natural y armónico.
Es ‘Lunes de ‘Aguas’ en Salamanca y eso añade una nueva perspectiva. Este día grupos y familias se reúnen a lo largo de toda la orilla del Tormes para pasar el día y, cómo manda la tradición, comer hornazo.
Es un incesante ir y venir de personas y, con curiosidad, pregunto por la fiesta. De origen pagano, tiene su razón de ser en la celebración del fin del tiempo de recogimiento y rezo que suponía la Cuaresma, algo así cómo retomar la diversión después de un tiempo más sobrio.
Las orillas están repletas de estudiantes dedicados en cuerpo y alma a la fiesta y el desparpajo, así que parece una buena oportunidad para adentrarse en una ciudad que estará más vacía y tranquila que de costumbre. Atravieso el Paseo San Gregorio y me encamino a la parte vieja.
Es difícil pasear por su centro sin encontrar algún tesoro. Sus dos catedrales, la vieja y la nueva, el convento de San Esteban, La Casa de las Conchas, Plaza Mayor, lugares que te van asaltando incesantemente a medida que caminas. Todos merecen una pausa y una contemplación.
Claro que hay ver su Catedral, su universidad o su Plaza Mayor, pero también perderse por la Salamanca de los barrios, donde fluye otra vida. Un buen ejemplo de esto es el Barrio del Oeste, un ejemplo de revitalización del espacio urbano a través del arte contemporáneo.
Fachadas y cocheras utilizadas como lienzo para grafitis artísticos que dan un toque de modernidad muy interesante a la ciudad. Es un digno contraste a la monumentalidad de su barrio histórico, que complementa y enriquece muchísimo la ciudad. Punto de referencia de esta nueva Salamanca es también La Salchicheria, un centro cultural y de ocio ubicado en una antigua carnicería, que ofrece arte, cultura, música y comida diferentes, con un sabor moderno.
≈
Para cerrar el día busco un sitio donde la transición entre las últimas luces del cielo y las primera luces artificiales se convierten en espectáculo. Vuelvo a la Plaza Mayor. Abierta, amplia y majestuosa, este espacio público ofrece un espectáculo enorme a la caída de la tarde.
≈
Su iluminación cálida va conviviendo con el azul oscuro del cielo ofreciendo un espectro de color increíble. Los salmantinos la recorren y la viven en la terraza de los bares o sentados en los bancos.
Es como un gran escenario repleto de actores secundarios y principales, gente que transita, que observa, que se encuentra con otros en un constante devenir de situaciones. La ciudad, está ciudad universitaria, nos arropa así al final del día llenándonos de imágenes que recordaremos al caminar en nuestra etapa de mañana, adentrándonos en la dehesa salmantina.