Las Joyas de la Plata: Tábara
Pasos por la comarca de Aliste.
Abandonamos la encrucijada de caminos que supone Granja de Moreruela para adentrarnos en lo que geológicamente se conoce cómo depresión de Tábara, junto a las estribaciones de la sierra de la Culebra. Siguiendo las indicaciones, los primeros kilómetros cuentan con una subida leve, para luego descender agradablemente en el terreno hacia el río Esla, que se cruza por el puente Quintos.
La vista amplía y espaciosa del Esla desde este punto es maravillosa. El río discurre aquí tranquila y sosegadamente, ofreciéndonos bonitas estampas en sus dos márgenes. Mención exclusiva merece también el mismo puente. Su construcción data de 1920 y une las comarcas zamoranas de Tierra de Campos y Tábara; además de servir de paso a la carretera provincial ZA-123 que enlaza Tábara con la N-630 (Ruta de la Plata).
Aquí la geografía llana, abierta y extensa, de interminables campos de cereales, se manifiesta con toda su intensidad. No lo hace solamente en lo físico, sino también en lo psicológico. El caminar se vuelve lánguido y volvemos a perdernos dentro de nosotros mismos una y otra vez. De vez en cuando levantamos la vista, en una búsqueda incesante de algo que rompa el horizonte, un faro en forma de árboles, un levantamiento del terreno, o una construcción de cualquier tipo. Pero sin duda el territorio te gana la batalla y hace que te sumerjas en ese lento devenir de acontecimientos. Así se sigue avanzando, a veces de forma tan autómata que no nos sentimos conscientes de nosotros mismos. Aquí es cuando nuestras cabezas viajan de forma independiente, recordando sitios o personas, proyectando situaciones que aún han de venir, o simplemente abandonándonos a nuestros más íntimos pensamientos. Y así se va haciendo camino, porqué el caminar también supone un diálogo con nosotros mismos.
Sin darnos cuenta ya estamos en Faramontanos de Tábara, momento para dedicarnos a descansar un poco, reponer fuerzas y avituallamiento y visitar el pueblo. Entre lo destacable está la Iglesia de San Martín, el templo primitivo fue consagrado a mediados del s. XIII por el obispo de Astorga, aunque de la construcción original dicen que apenas se conserva nada. La iglesia consta de una sola nave y luce un retablo mayor de estilo barroco. La localidad destaca por haber sabido conservar vestigios de su pasado en bodegas, corrales de la transhumancia y molinos. También por ser una de las localidades con mayor patrimonio natural al encontrarse en la Sierra de la Culebra.
Un pequeño esfuerzo más, apenas unos 5 kilómetros, y encontraremos nuestro lugar de destino, la localidad de Tábara. Destaca sobre su caserío la iglesia parroquial de Santa María, aunque todo el pueblo merece un paseo para conocer su sencilla pero bien conservada arquitectura. Su plaza central, espaciosa y con edificios bien conservados es la protagonista.
Se trata además el pueblo que vio nacer a León Felipe, uno de nuestros más insignes poetas, que tiene aquí un estatua que conmemora su figura. Por su parte también cuenta con servicios cómo albergue y farmacia.
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Y aquí, en la capital de la comarca denominada Tierras de Tábara finalizamos nuestro recorrido, con nuevas y potentes imágenes marcadas en nuestras retinas.