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Las Joyas de la Plata: Monbuey

Entre chopos y flechas.

La etapa de hoy la comenzamos sabedores de que será un trayecto largo pero con la sensación de que el río Tera, que nos acompañará en gran parte del camino, nos brindará la mejor compañía.

 

Para el peregrino que ha conocido los grandes páramos del sur, las grandes dehesas extremeñas o los extensos campos abiertos castellanos, esta es una gran noticia. Supone un cambio importante. Se trata de una novedad, y en un camino en los que a ratos podemos sucumbir a la monotonía, esto hace que despierten nuevas sensaciones en nosotros.

 

Con estas expectativas abandonamos la plaza Mayor de Santa Marta y avanzamos en paralelo al cauce del río, por un camino agradable entre bosques de ribera y chopos que estarán presentes hasta llegar a Mombuey.

 

A pocos kilómetros el camino nos regala una gran área de esparcimiento, el área recreativa La Barca, con merenderos y una playa fluvial que te invita a disfrutar de unas aguas que el Tera conduce mansas y cristalinas. Aunque no son muchos los kilómetros recorridos, el lugar bien se merece una corta parada.

 

Cruzaremos el puente más próximo en dirección a nuestro próximo destino, Calzadilla de Tera. Un camino sinuoso en el que atravesamos manchas de choperas y en el vamos buscando nuestras inseparables y útiles flechas amarillas. En esta zona se intercalan y complementan nuestras flechas con mojones de granito, que hacen las veces de modernos miliarios. El paisaje aquí sigue siendo único.

 

Ya en Calzadilla de Tera podemos visitar su iglesia parroquial, de inusual arquitectura en esta zona, o la ermita cercana dedicada a la Virgen de la O. En el pueblo también es posible encontrar albergue y tienda para el avituallamiento ordinario del peregrino.

A tan sólo dos kilómetros encontraremos la pedanía de Olleros de Tera. El río sigue estando presente en nuestro caminar, ahora a nuestra derecha. El bosque y la frondosa vegetación de ribera nos marcan siempre su posición y al mismo tiempo nos sitúan a nosotros mismos sobre el terreno.

 

El buen tiempo acompaña y hace plácido el caminar. Nos sentimos despreocupados y centrados en nuestra respiración y nuestro constante impulso a continuar, conscientes de que aún queda mucho camino por recorrer.

Quizá esta sea una actitud trasladable a nuestras vidas diarias…parar, sentir, y tomar conciencia de que el camino es largo, a veces difícil, pero que la única forma de llegar a nuestro destino es simplemente dar un paso más.

Bordearemos el embalse de Agavanzal y culminaremos nuestra próxima pausa en la localidad de Villar de Farfón, ya en tierras de la denominada comarca de La Carballeda. Se trata de un pequeño caserío cuya iglesia es el edificio más significativo.

 

Desde aquí emprendemos la subida hasta un alto donde ya se divisa Río Negro del Puente. Entramos en el pueblo por una zona amplía de merenderos junto al puente que atraviesa el río. Aquí, junto al rumor del agua, pasean los vecinos mientras otros se dedican a pescar. Es un entorno único y bien conservado, la buena salud de la naturaleza aquí se respira y se palpa. Ayuda un cielo que a esta hora de la tarde se convierte en un óleo de combinaciones de rosas y azules.

 

Cruzamos el puente bajo un pequeño ojo alejado del caudal y nos encontramos de lleno en la plaza principal del pueblo. El Santuario de la Virgen de la Carballeda ocupa el lugar destacado de este espacio público. De su exterior destaca su espectacular torre de más de 20 metros de altura, construía en piedra de sillería y en su interior, cómo no, se encuentra la venerada imagen de la virgen, patrona de la comarca.

 

A pocos metros encontramos el albergue de la cofradía de los Falifos. Esta histórica institución hospitalaria, que algunos estudiosos sitúan entre las primeras del Camino de Santiago, tiene en sus fundamentos la ayuda al peregrino, y es dueña de este hermoso albergue y de la iglesia que acabamos de visitar.

 

En la plaza encontraremos además un busto dedicado a Diego de Losada, insigne conquistador rionegrino que fundo la ciudad de Caracas. Pero a pesar de este agradable encuentro y de los muchos kilometros en nuestras piernas decidimos seguir.

 

Nuestro destino, Monbuey, se situa a unos 9km de distancia en un recorrido que hacemos paralelo a la carretera nacional. Con mucha esfuerzo ya sobre nuestras piernas reservamos un poco de energía para visitar el pueblo antes del merecido descanso, Monbuey. Fundamentalmente destaca la iglesia parroquial de la Asunción, declarada Monumento histórico-artístico en 1931 y de ella su torre templaria, que llama la atención por su atípica arquitectura. Hermoso colofón de una etapa larga pero atractiva, que nos sitúa más cerca de Santiago.

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