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La bienvenida del Apóstol a Aljucén de la mano de la artista Luisa Díaz Liviano

El municipio pacense cuenta con una escultura en honor a Santiago de Compostela, elaborada por la artista emeritense para inmortalizar el sentimiento de peregrinaje en el lugar

Somos lo que vemos. Somos un reflejo de lo que nos han inculcado desde bien pequeños. Somos una destello de nuestros grandes referentes. Somos todo aquello que un día fueron nuestros padres, y que alguno lo serán nuestros hijos. 

 

Bajo esta filosofía, y casi inconscientemente, tomó rumbo el devenir de Luisa Díaz Liviano. Criada entre teselas, en el taller de su padre, el restaurador y maestro Juan Antonio Díaz Pintiado, desarrolló los primeros años de su vida. En el obrador, echó raíces, asentando las bases de lo que sería su futura profesión. 

 

Junto a sus conocimientos casi innatos, “el mosaico me viene en la sangre” como ha afirmado, Luisa se formó en este arte cuando decidió ingresar en la escuela de arte. Su padre fue su gran maestro tanto fuera como dentro del centro educativo, donde le impartió clases. Luisa nos confiesa que, de no ser por él, no se habría dedicado a este arte.

“Llevo el mosaico en la sangre. Si no me lo hubiera inculcado desde pequeña, creo que me habría dedicado a otra cosa. Las matemáticas o la arquitectura siempre han gustado mucho. Si mi padre no me lo hubiera enseñado, me hubiera dedicado a algunas de estas dos”

Su camino profesional comenzó en plena juventud. Con solo veinte años de edad, y con la compañía de un grupo de amantes del arte mosaico, formaron un equipo que pretendía cumplir las necesidades de restauración del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. Desde entonces su trayectoria no ha dejado de crecer. 

Tras cumplir con el trabajo grupal en la capital extremeña, en su ciudad, Luisa quiso emprender su camino en solitario. Quería cumplir su sueño, tener su propio taller, y qué mejor lugar que la casa que le vio crecer. Así surgió su gran obra Ex Officina Antea, el lugar donde ha conseguido rendir toda la libertad a su infinita creatividad. Tras treinta años de historia, la vida de su taller sigue más activa que nunca.

El trabajo de Luisa ha tomado toques totalmente dispares. Desde la creación de piezas de museos para la plaza de Extremadura en Leganés, hasta el montaje y restauración en el Museo Provincial de Cáceres, llegando incluso a la reproducción de un árbol de la vida como regalo al actual rey, Felipe VI, entre otras muchas. Todas sus obras son una muestra de entrega a su gran pasión.

 

Su última gran obra vió la luz el pasado martes 30 de noviembre. Esta vez, ha sido el Camino de la Plata el que ha acaparado todo el protagonismo. Bajo la petición del ayuntamiento de Aljucen, la artista ha conseguido producir la escultura de Santiago Apóstol y acompañada con el gran mosaico de la cruz de Santiago. 

Luisa nos confiesa que el proceso de elaboración no ha sido de lo más fácil. La intención era crear una especie de molde con el que proteger la imagen de escayola que había sido donada, y así perdurar en el tiempo. El proceso constó de varios pasos, bajo un gran trabajo y esfuerzo, hasta conseguir el resultado final.

 

Pero no solo fue la pasión por el arte mosaico la que le llevó a aceptar este trabajo. Esta vez cobró más valor su vinculación con Aljucen, con el que ha mantenido un fuerte vínculo desde bien pequeña. Luisa guarda muy buenos recuerdos de su infancia y adolescencia en la localidad pacense, donde se situaba el huerto de su padre. Además, mantuvo y mantiene buenas amistades con algunos aljucenses.

“He querido aportar mi granito de arena a Aljucén. Me ha dado tanto bueno, que ahora me toca a mi dárselo a él”

La artista considera que su obra cobra una gran importancia dentro del lugar, tanto por su presencia como por su vinculación con el Camino de la Plata. Afirma que es capaz de reforzar y materializar ese profundo sentimiento de peregrinaje tan impregnado en la ciudad. Una forma distinta de hacer llegar el Camino. Una manera especial de sentir al Apóstol a pesar de los más de quinientos kilómetros que aún quedan por delante.

“Yo he hecho el Camino de Santiago. Que en la entrada de un lugar te reciba el Apóstol sólo es signo de buenas sensaciones, te arropa”.

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