Francisco Valverde, centinela del Camino, participó en la Marcha Andando con Personas con Discapacidad Intelectual, miembros de la Asociación Placeat Plena Inclusión, de la que él mismo es Presidente.

El Camino de Santiago es una experiencia única que deja huella en la vida de todos aquellos que la realizan, una aventura que se queda en el corazón de los peregrinos.

La Asociación Placeat, (Asociación en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual de Plasencia y Comarcas del Norte de Cáceres, fundada en 1972) organizó una peregrinación a Santiago de Compostela por el Camino de la plata dividida en tres fases, cada una realizada en años diferentes. La primera de ellas se realizó en 2002, la segunda en 2003 y la última, finalizando en el destino, en 2004. El motivo de la peregrinación fue para celebrar los 30 años de la Asociación. 

Francisco Valverde, centinela del Camino, participó en la Marcha Andando con Personas con Discapacidad Intelectual, miembros de la Asociación Placeat Plena Inclusión, de la que él mismo es Presidente. El grupo contaba con los 19 clientes de la Asociación junto a cinco trabajadores, un voluntario del del Club de Ocio Placeat y dos miembros de la Cruz Roja.

Un total de 28 personas comenzaban la primera fase con una salida simbólica desde Galisteo, aunque el itinerario da la salida en Zamora. Allí se hizo el sellado de las Credenciales como forma oficial del inicio de la marcha y una vuelta a las murallas. 

La Asociación estuvo acompañada en todo momento de dos vehículos de apoyo, una furgoneta con las pertenencias de cada uno y necesidades y, una ambulancia de Cruz Roja para casos de emergencia. Además, en ocasiones la Guardia Civil acompañaba al grupo para abrir camino. 

“Por primera vez hemos hecho una de las etapas de la Marcha y nos ha gustado mucho por lo bien que nos han tratado. Han sido siete días de convivencia con los compañeros”, destacaban dos participantes de la Marcha de Placeat. 

Aunque esta no fue la primera actividad que la Asociación Placeat realizaba, pues en otras ocasiones han hecho varias marchas a pie por distintos lugares. Sin embargo, el itinerario de las distintas fases estaba organizado para descansar cada 5 kilómetros y, una vez finalizada la jornada del día, tener un lugar agradable donde poder reponer fuerzas. 

La primera etapa fue finalizada con éxito, un total de 195 kilómetros divididos en siete días, de los cuales comenzaban a las 5:30 de la mañana para llegar al destino a las 11:30, tras cuatro paradas marcadas en las que repartían bebida y comida. Un camino altamente gratificante para todos los participantes, quienes celebraban el final de cada jornada con un relajante baño en la piscina. 

El Camino de la Plata que realizaron contiene un trazado muy cómodo para cualquier peregrino pues, no presenta desniveles muy pronunciados y permite disfrutar de momentos agradables en el fin de cada jornada. Por esta razón, miles de peregrinos cada año deciden elegir este camino para llegar a Santiago; además de vivir la experiencia se llevan recuerdos de los mejores paisajes naturales del país. 

“El día de la segunda etapa nos invitaron a chocolate con churros por lo que cogimos mucha fuerza. […] Lo más bonito de todo era cuando íbamos andando y saludábamos a los camioneros, estos tocaban el potente claxon de su camión.”, comenta uno de los participantes entre anécdotas y momentos que les han marcado.

Las personas con discapacidad nos dan lecciones diariamente de automotivación, ganas, ilusión, y voluntad para hacer efectiva su inclusión. El Camino de Santiago es una experiencia única que deja huella en la vida de todos aquellos que la realizan, una aventura que se queda en el corazón de los peregrinos. El monitor voluntario del Club de Ocio de Placeat aseguraba que, cada dolor producido en el camino era amortiguado por la alegría reinante del grupo. 

Ellos han conseguido superar el camino, ¿y tú, te unes? ¡Déjanos un comentario!