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Hospitalero, Voluntario, Caminante y Centinela

Eduardo Alvarado, Centinela del Camino en Cáceres nos cuenta su hermosa y gratificante historia como Hospitalero Voluntario en el Camino de la Plata.

Este año está siendo especialmente difícil también para caminantes y peregrinos. El confinamiento, los cierres de albergues, la incertidumbre…

 

El Camino de Santiago ha entrado en una especie de letargo y pese a ello, tenemos que mantener viva la llama y la convicción de que nos está esperando. 

 

Volveremos a compartir, a caminar, a sentir y a ver el amanecer. Volveremos a las etapas duras y a ser felices tras la satisfacción del esfuerzo.

Experiencia como Hospitalero

No es difícil ser Hospitalero Voluntario, tan solo se necesita haber hecho alguna ruta del Camino, tener voluntad de compartir tiempo, querer practicar la hospitalidad y hacer un curso de un fin de semana. 

Para mí, ser Hospitalero es querer dar respuesta al compromiso con el camino y quienes por ellos transitan y viven. 

Quiero devolver al camino algo de lo que he ido recibiendo, como energía, ganas de compartir, tranquilidad, paz… tanto en el sentido físico como el espiritual. 

Elegí el Camino de la Plata para ser hospitalero por dos razones:

  1. Por las dificultades para desplazarme y no disponer de vehículo propio. 
  2. Creía que era donde podía desempeñar mejor mi papel al conocer el Camino de la Plata. 

Mi destino como Hospitalero fue Castilblanco de los Arroyos, en un albergue municipal de donativo. Mi experiencia fue muy enriquecedora, intensa y hermosa. Me sentí bien acogido y respaldado por la Asociación del Camino de Sevilla, por los responsables del Ayuntamiento y, por supuesto, por Hospitaleros como yo. 

La experiencia duró 15 días, en los cuales me enseñaron otro modo de hacer el Camino. En aquel tiempo, intenté valorar el esfuerzo y la ilusión de quienes por allí pasaban y ofrecerle la mejor hospitalidad posible. 

Cuánto se aprende de todo ello y de todas las personas que por allí pasaron. Con cuánta generosidad escuchaban o compartían una parte de su tiempo. 

Al concluir mi estancia me sentí absolutamente cargado de energía y felicidad. En Cáceres volví a encontrarme con todos ellos, quería abrazarlos y seguir ofreciendo mi ayuda. Fueron encuentros hermosos.

Jamás olvidaré esta hermosa e intensa experiencia en la que recibí más de lo que di, en la que me sentí más acogido y acompañado de lo que yo intentaba proporcionar y en la que fui tan feliz como todas las personas que pasaron por allí.

De esta experiencia guardo atesoro, gratitud y compromiso. Gracias también a mi familia, quienes me apoyan siempre en mi pausado caminar. 

El próximo año será un buen momento para volver a ser hospitalero. Será un buen año para volver a compartir los caminos de Santiago y recibir hospitalidad. Será un buen año para hacerlo por el Camino de la Plata en el que, con toda seguridad, nos encontraremos.

Siempre gracias y buen camino en el 2020 y en la vida. Nos vemos en el Camino de la Plata.

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